Uno de los debates más acalorados de la actualidad se centra si es beneficiosos o dañino el uso de la tecnología en los niños, debate que se dio incluso con la aparición de la radio y la televisión en su momento.
Pero ¿hasta qué punto es bueno o posible prohibir el acceso a la tecnología para los más pequeños, siendo que la misma es casi omnipresente?
La respuesta es aun más desoladora, aun estamos frente a una discusión por parte de sociólogos, sicólogos y estudiosos que hasta el momento no han llegado a una conclusión única respecto al tema.
Por un lado la tecnología puede proveer valiosas herramientas de aprendizaje para los niños, con lo cual pueden aprender más rápido, desde cualquier lugar y confrontando la información con otras fuentes en tiempo real, los límites se disuelven sin remedio frente a este nuevo paradigma,
Y está el otro lado de la moneda, en la cual el uso prolongado de los aparatos tecnológicos pueden traer dificultades tales como aislamiento social, conducta agresiva y la perdida de motivación hacia los estudios, eso sin contar con algunas modas o movimientos que se suscitan en redes sociales, con un marcado componente autodestructivo o violento.
Lo anterior es fácilmente controlable por parte de los padres, mediante controles de tiempo, de navegación y acompañamiento, siempre y cuando se respete su privacidad, pero tampoco llegando al extremo de desconocer los hábitos de navegación de nuestros hijos.
Entonces ¿qué hacer para que la tecnología en los niños resulte beneficiosa?
Antes que nada, es necesaria una correcta educación digital, de ahí que los padres se comprometan con ser ciudadanos digitales y no dejar todo en manos de los niños.
Es necesario establecer límites de uso de la Tecnología para los niños, ya sea tablets, juegos, celulares y computadores, es recomendable fijar un horario y respetarlo en todo momento.
También es importante inducir los niños a la lectura y a otros hábitos lejos de una pantalla, pero en este punto, los mayores y padres deben ser ejemplos de esta actitud, esa es la forma más eficaz de educación para los niños, por medio de la «imitación» de los adultos más cercanos.
Y lo más importante, es necesario mediar entre la uso de la tecnología y los niños; la prohibición de facto es la fórmula perfecta para hacer un desastre en los jóvenes en formación.
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