Steve Wozniak: más que un genio, un hombre feliz

Steve Wozniak, a quien muchos conocen simplemente como Woz, dejó claro desde joven que la vida no se trata de amasar fortunas, sino de coleccionar sonrisas. Como él mismo confesó: “soy la persona más feliz del mundo”, una frase que repite con orgullo y sinceridad, reflejando su creencia de que la verdadera riqueza es la felicidad que sentimos con lo que tenemos, más que lo que conseguimos.

Cuando Apple salió a bolsa en 1980, Wozniak poseía cerca del 8,7 % de la compañía. De haber conservado esas acciones, hoy valdría ¡cientos de miles de millones de dólares! Se estima que su participación podría haberlo convertido en el segundo hombre más rico del mundo. Sin embargo, prefirió venderlas y alejarse del foco mediático (sí, un error humano de cálculo quizás), escogiendo vivir con libertad y tranquilidad.

Wozniak y el dinero

Este enfoque no fue improvisado: hace mucho afirmó que “no viví para eso”, refiriéndose al dinero, y hoy sigue sosteniendo que “la riqueza y el poder no son lo que me mueve” Además, generosamente distribuyó parte de su riqueza, financiando museos y grupos culturales en su ciudad natal, San José, llegando incluso a que le nombraran una calle. “Me lo paso muy bien y soy muy feliz”, dijo con esa mezcla de humildad y alegría que lo define .

Wozniak siempre fue más ingeniero que ejecutivo. Prefirió volcarse en la creación técnica, lejos de los despachos, y hasta rechazó convertirse en jefe científico de otra gran compañía, decisión que, de haber aceptado, le habría dado miles de millones adicionales Rechazó lo que muchos consideran el pináculo del éxito económico, por mantener su esencia intacta.

Hoy Steve Wozniak sigue inspirando: su historia nos recuerda que el éxito real no está en lo que posees, sino en lo que disfrutas y en lo que compartes con los demás. Su legado es una invitación a diseñar nuestras propias reglas, priorizando la felicidad, la creatividad y la independencia. Y si en el proceso se comete uno que otro “pequeño error” (como confundir cifras o exagerar gustos por los Segways — digamos que nadie es perfecto), eso solo lo hace más humano y autentico.

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