América Latina se ha convertido en un objetivo prioritario para los ciberdelincuentes. En el último año, la región ha escalado hasta ser la cuarta más atacada a nivel global, con un incremento del 38% en los ciberataques entre 2022 y 2023, lo que equivale a casi 1,600 intentos por segundo, según datos de ManageEngine.
Frente a esta creciente amenaza, la inteligencia artificial (IA) se presenta como una solución crítica para el futuro de la ciberseguridad. De hecho, un 86% de los encuestados por ManageEngine consideran que la IA será esencial para proteger a las organizaciones. Sin embargo, existe un componente que a menudo se pasa por alto y que resulta ser igualmente crucial: el factor humano.
Concepción Cordón Fuentes, Directora del Máster en Ciberseguridad de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), destaca la importancia del elemento humano en la seguridad cibernética. Según la experta, «el eslabón más débil en ciberseguridad siempre es el factor humano. Cuanto más conscientes estén las personas de los riesgos que conlleva la tecnología, mayor será la protección de las organizaciones».
La capacitación y la concienciación del personal son esenciales, especialmente en América Latina, donde más de la mitad de las empresas admiten no contar con planes formales de respuesta ante ciberataques (ManageEngine, 2024). Esta carencia podría deberse a la percepción errónea de que las políticas de ciberseguridad dificultan las operaciones, cuando en realidad, en un contexto de digitalización acelerada, se convierten en facilitadores clave.
La educación de los empleados es una herramienta fundamental para que comprendan cómo los riesgos cibernéticos impactan tanto en su vida privada como en la realidad empresarial. Con la formación adecuada, es posible trazar estrategias más precisas para la protección de la información. “Los resultados son fácilmente medibles si se establecen indicadores antes y después de la formación, como el número de intentos de phishing reportados por los empleados”, explica Cordón Fuentes.
La concienciación del talento humano debe ser un proceso continuo y bien planificado. Esto permite que los trabajadores adopten comportamientos adecuados frente a posibles amenazas. “Estas competencias deben permitir la rápida identificación de ataques para que el personal reaccione de manera eficaz y active los mecanismos de protección establecidos por la organización”, concluye la experta.
En un entorno donde la tecnología avanza rápidamente, el factor humano sigue siendo el regulador esencial para garantizar un uso ético y responsable de los recursos tecnológicos, asegurando que la transformación digital continúe siendo un aliado para el progreso empresarial.