Cada vez que leemos noticias de tecnología y actualidad, en un alto porcentaje, se trata de alguna nueva experiencia, prompt o hazaña atribuida a la inteligencia artificial, y el temor es que estemos contemplando en vivo y a todo color, el surgimiento de una nueva burbuja.
Ya hemos visto cómo la inteligencia artificial ha cambiado nuestra forma de ver la vida, ha permeado el marketing a todo nivel, impulsado elecciones, entrado a la educación y prestado sus algoritmos a la economía.
Pero para los que hemos visto las altas y bajas estos menesteres, tenemos algunas reservas al respecto, dado que muchas empresas se han creado basándose en la inteligencia artificial, basando su modelo de negocio completamente en esta tecnología.
Es decir, están colocando todos los huevos en una misma canasta, como dirían los abuelos, y perfectamente podríamos estar ante un evento que socialmente podría denominarse una «burbuja».
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¿Una burbuja? Sí, ya ha pasado.
Una burbuja, o mejor dicho una explosión de la misma, de estas dimensiones no es algo nuevo y, de hecho, hay antecedentes no muy lejanos de una explosión a escala global de una tecnología.
Se trata de la denominada burbuja de las punto com, que en resumen describe cómo la bolsa de valores de empresas vinculadas a internet se desplomó entre los años 1997 y 2001, lo que dejó a muchas empresas en la quiebra.
En cuanto a la inteligencia artificial, todos los elementos son curiosamente parecidos a los que se vivieron en esa época: múltiples empresas apostando por este nuevo paradigma, algunas nuevas ganando grandes sumas de dinero provenientes de empresas de capital de riesgo, y otras ya consolidadas que no quieren perder una parte del pastel de ganancias.
Sin embargo, al parecer todo este riesgo es calculado. Si observamos el crash del 2000 de internet, vemos que, aunque los más entusiastas y ansiosos, quienes dejaron todo en el asador, perdieron todo, los más cautelosos y calmados lograron sobrellevar la tempestad y sacaron buenos réditos al final.
En conclusión, hay que llevar las cosas con calma, no apostar todo a la inteligencia artificial, saber leer todas las señales y, sobre todo, si nos subimos a la ola de la inteligencia artificial, por lo menos saber cómo surfear.
Pero entendamos, que esta tecnología llegó para quedarse, solo que en este preciso momento está en una adolescencia loca, que sin duda llegará a una madurez que traerá grandes beneficios a la sociedad.