Mary Bottagisio - Liga Contra la Violencia Vial
Los vehículos motorizados introducen un riesgo al sistema vial que afecta a todos los actores viales, en especial a peatones, ciclistas y motociclistas. Países como Francia y España han demostrado estadísticamente que trabajar en la seguridad vehicular contribuye a salvar vidas. Colombia podría tener esos resultados si desde los distintos frentes (industria, gobierno, sociedad civil) se trabaja coordinadamente para garantizar carros más seguros.
Colombia ha tenido retrocesos en seguridad vial que han costado miles de vidas. El año 2021 ha sido el año más mortífero del siglo y tristemente el año 2022 puede llegar a superarlo. En solo el primer trimestre de este año, según información preliminar, hemos perdido a 1.813 colombianos a causa de un siniestro vial. A ese drama se suman los más de 9.000 lesionados por la misma causa en el mismo periodo.
“La evidencia ha demostrado que la mortalidad vial aumenta en época de vacaciones. En la reciente temporada vacacional entre los meses de diciembre de 2021 y enero de 2022 perdimos a 1.297 compatriotas en las vías, que contrastan con las cerca de 1.038 vidas perdidas entre febrero y marzo, mostrando un aumento de hasta más de un 25%”, explicó Mary Bottagisio, directora ejecutiva de la Fundación Liga Contra la Violencia Vial.
Según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial (ONSV), entre 2018 y 2021, las Semanas Santas nos han dejado 636 muertes por siniestros viales. Si no tenemos en cuenta el 2020, cuando la movilidad estaba completamente restringida, el promedio de muertes se eleva a 193 cada año en Semana Santa. Así, cuando la policía da cuenta de 104 muertes por siniestros viales, son aquellas fallecidas in situ reportadas por el sistema Poligram en tiempo real. Sin embargo, son muchas otras las que mueren posterior al siniestro. La variación de estas muertes se debería medir entonces contra las reportadas en las mismas condiciones durante la Semana Santa anterior, donde se tuvieron, según registros de la Policía, 84 muertes en la semana, representando un aumento del 18.2%.
Histórica y culturalmente hemos culpado al comportamiento humano como principal autor de los mal llamados accidentes de tránsito. Sin embargo, en el sistema vial confluyen múltiples factores que deben ser intervenidos, como lo es el caso de la seguridad vehicular. Las máquinas y su evolución tecnológica
son un factor de relevancia, en el que Latinoamérica tiene un retraso de 20 años, según cálculos de Latin NCAP. La información clara al consumidor sobre los vehículos y los equipamientos de seguridad pueden hacer una diferencia entre la vida y la muerte.
“Los consumidores de los mercados de economías maduras obtienen del mismo fabricante seguridad de vanguardia en los mismos modelos y en muchas ocasiones a precios más bajos que en América Latina. La vida de un latinoamericano parece no ser tan valiosa e importante como la vida de un coreano, estadounidense, japonés, europeo o australiano, pero nos merecemos los mismos niveles básicos de seguridad sin tener que pagar más por ellos. Pedimos acciones urgentes para nivelar la seguridad básica estándar en América Latina para que coincida con las mejores prácticas globales. La información para el consumidor conocida como el etiquetado de seguridad vehicular puede ayudar a mejorar drástica y rápidamente el nivel de seguridad de los vehículos como resultado de una acción voluntaria”, afirmó Alejandro Furas, Secretario General de Latin NCAP
En un análisis histórico-estadístico desarrollado por la Fundación Liga Contra La Violencia Vial en los últimos 20 años se demuestra que la democratización de la seguridad vial puede disminuir hasta en un 70% las muertes asociadas a siniestros viales. Al analizar los reportes de siniestralidad vial de los tres países -Colombia, Francia y España- se evidencia que cuando se aplican medidas de largo aliento de cara a la protección de la vida en las calles, los esfuerzos son visibles. En Francia el parque automotor está alrededor de los 38 millones de vehículos, en España está en cerca de los 35 millones y en Colombia se tiene alrededor de 15 millones. Resulta preocupante que teniendo casi la mitad del parque automotor la siniestralidad del país se mantiene constante en los últimos 20 años, a diferencia de los otros dos países.
A principio del nuevo milenio, en la Unión Europea morían alrededor de 8.000 peatones y ciclistas y alrededor de 300.000 resultaban heridos, cada año. Se habían hecho muchos esfuerzos para garantizar la seguridad de las personas al interior del vehículo. Luego de un análisis más amplio -que incluía accidentología y efectos a peatones, ciclistas y motociclistas, la Comisión Europea introdujo nuevas normas y empezó a exigir a los fabricantes de automóviles que los nuevos vehículos tuvieran una fachada menos agresiva y que mostraran un nivel de protección 80% superior al normal para los peatones.
Asimismo, entre 2003 y 2004, Francia inició acciones de política pública que le permitieron tener una reducción del 54% de las muertes. España, en su accionar político y ciudadano, logró en 2007 tener una disminución del 70% de las muertes respecto al año 2000.
Tener un carro con bajos estándares de seguridad es un riesgo para todos los que se movilizan en el sistema de tránsito, ya que, como lo afirma el Código Penal en Colombia, en su artículo 109, un vehículo motorizado está elevado a categoría de arma.
Muchas de estas tecnologías son implementables y tienen un efecto inmediato que permitiría reducir las cerca de 7.000 muertes y los más de 700.000 lesionados por siniestros viales cada año.
Otro de los factores que afecta la seguridad vial es la velocidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un aumento del 5% en la velocidad promedio conlleva un aumento aproximado del 10% en los choques con víctimas que sufren lesiones, y un aumento del 20% en los que producen víctimas mortales. La velocidad es el factor de riesgo base que multiplica todos los otros factores. Sin embargo, esta “engaña”, ya que en su percepción influyen muchas circunstancias, como las características del vehículo, la hora del día, las condiciones climáticas o el diseño y el estado de la vía por la que se circula.
Las tecnologías que salvan vidas en los carros son obligatorias en otros países. Sin embargo, aquí en Colombia las siguen comercializando como un lujo por el cual los colombianos deben pagar más. La seguridad de los carros no debe ser una cuestión de poder adquisitivo, sino un derecho de todos por una movilidad segura e incluyente.