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Brasil bloqueó a X y Elon Musk desafía esa prohibición

3 septiembre, 2024
Brasil bloqueó a X y Elon Musk desafía esa prohibición

Y lo hace a través de otra de sus compañías: Starlink

Hace algunos días, Brasil decidió bloquear la plataforma X, anteriormente conocida como Twitter, debido a problemas con los contenidos publicados en la red social y la creciente tensión entre la compañía y el gobierno brasileño.

La situación generó un gran revuelo, ya que se cuestionaba la libertad de expresión frente a la necesidad de controlar la difusión de información que pudiera considerarse perjudicial.

Sin embargo, como dice el dicho popular, «hecha la ley, hecha la trampa». Elon Musk, el máximo responsable de X, no se quedó de brazos cruzados y encontró una forma de burlar la prohibición.

A través de su servicio de internet satelital, Starlink, Musk ha logrado mantener la red social operativa en territorio brasileño, a pesar de la prohibición gubernamental.

Starlink, que cuenta con aproximadamente 250,000 clientes en Brasil, ha informado que no bloqueará el acceso a la red social X, desafiando abiertamente las órdenes del gobierno. Esta situación plantea un conflicto significativo, ya que podría derivar en la cancelación de las operaciones de Starlink en el país.

Las autoridades han dejado claro que incluso el uso de VPN para eludir las restricciones será considerado un delito, lo que refuerza la seriedad de la situación.

Además, es importante mencionar que las cuentas financieras de Starlink en Brasil ya han sido bloqueadas por el gobierno, con el objetivo de evitar que estos fondos sean utilizados para pagar las multas impuestas a X.

A pesar de estas medidas, la estructura descentralizada de Starlink, operando vía satélite, complica la aplicación de las órdenes judiciales brasileñas, lo que representa un desafío considerable para el gobierno en su intento de frenar las actividades de la red social en el país.

Según algunos analistas, si Musk logra mantener la operación de X a través de Starlink en Brasil, podría sentar un precedente que podría ser replicado en otras regiones del mundo, desafiando las normativas locales y planteando nuevas preguntas sobre el poder de las grandes corporaciones tecnológicas frente a la soberanía de los estados.

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